¿Cómo hacer un análisis morfológico?
Un análisis morfológico es una herramienta de la lengua que nos ayuda a identificar todas las partes que tiene una determinada frase. Cada una de las partes de la palabra se pueden dividir en lo que se conoce como monemas. Estas pequeñas partes, por sí solas, tienen diferentes significados. Por ejemplo, pueden conseguir que identifiquemos a una palabra con el género masculino, singular o plural, pequeño o grande…
Ahora bien, es importante saber que no todas las partes de una misma palabra son iguales porque no tienen el mismo significado. A continuación, vamos a profundizar en este tema para determinar cómo hacer un análisis de carácter morfológico de una determinada palabra.
Tabla de Contenidos
División de los monemas
Lo primero que tienes que saber es que los monemas se dividen en dos apartados: en morfemas y en lexemas.
Lexemas
Esta parte de la palabra se encargan de aportar lo que se conoce como el significado léxico. En otras palabras, aquel significado que vamos a encontrar en cualquier diccionario.
Por poner un ejemplo, en el caso de que queramos determinar el lexema de la palabra gato, nos encontraremos que este es “gat” que, según el diccionario, lo identificara como un animal mamífero que es capaz de maullar, que es doméstico…
Justamente lo que hemos comentado, el significado de la palabra.
Morfemas
Por otra parte, nos encontramos con los morfemas que son los que aportan el significado gramatical. Es decir, cualquier tipo de variación que se relacione con la propia palabra y que no tenga nada que ver con su significado. Por poner un ejemplo, puede llegar a limitar tanto el género masculino, como el femenino, así como el número (singular o plural).
Siguiendo el ejemplo anterior, el de la palabra gato, nos podemos encontrar con gat-o (que hace referencia género masculino), gat-a (que hace referencia género masculino), gat-os (que se asocian con más de un gato masculino), gat-as (que se asocia con más de una gata).
Es importante saber que no todos los morfemas funcionan de la misma manera y, por lo tanto, tendremos que distinguir entre las siguientes categorías:
Independientes
Son las palabras que, de por sí, sólo tienen significado gramatical, pero para conseguirlo no tienen que ir en conjunto con otros morfemas. Son los artículos determinados como “uno, una, unos, unas”, las preposiciones, pronombres, algunas conjunciones…
Dependientes
Por otra parte, tenemos este tipo de morfema que, a diferencia de los anteriores, si que necesitan ir en conjunto con otros morfemas para adquirir significado. Por ejemplo, aquí tenemos el morfea a masculino “-o”, el diminutivo “-ito”, el plural “-s”…
Derivativos
Dentro de la categoría anterior podemos encontrar también esta pequeña clasificación que tenemos que considerar. Básicamente lo que hacen es crear una palabra nueva a partir de otra que ya existe. Por poner un ejemplo, vamos a partir del verbo hacer.
Este verbo se puede convertir en deshacer con tan sólo añadir el prefijo “des”; Lo mismo ocurre con otros términos como el adjetivo de “Buena” que se puede convertir en un adverbio añadiendo el sufijo “mente” (teniendo como resultado el adverbio buenamente”).
Dentro de la categoría de derivativos distinguimos:
Prefijos: Estos se sitúan delante del lexema. Por ejemplo, puede ser el prefijo in (de inútil), el prefijo, vice (de vicepresidencia) o el sufijo pre- (de prevenir).
Sufijos: Esta es otra de las clasificaciones que van dentro de la categoría de derivativos. En este caso vamos justamente detrás del lexema (por ejemplo, -ado de acabado, -ero de peluquero o -ito de trenecito).
Infijos/interfijos: Y terminamos con este recurso que se sitúa entre el lexema y otro morfema. De por sí, no añade ningún tipo de significado a la palabra, pero consigue una pronunciación mucho más sencilla, especialmente por los niños que están empezando a dominar la lengua.
Por ejemplo, uniendo los términos “Coche” e “Ito” nos damos cuenta de que su pronunciación unida sería complicada. Por esta razón, se añade el interfijo “c” consiguiendo la palabra “cochecito” mucho más fácil de pronunciar. Sería todo un problema tener que pronunciar una palabra en donde se incluyen dos palabras en la misma.
Otros ejemplos destacados de interfijo son la palabra polvareda y pececito.
Como curiosidad, es importante saber que tanto los prefijos, como los sufijos aportan un determinado significado:
-Ero hace referencia a una profesión, -ería es un tipo de establecimiento, in- denota lo contrario, pre- se asocia a que algo va delante de algo, -eda es un conjunto de alguna cosa, -or es el que hace alguna actividad…
Flexivos
Y también nos encontramos con esta otra clasificación en donde no se crean palabras nuevas, pero si que se modifican las que ya existen cambiando algún rasgo gramatical.
En estas existen dos clasificaciones diferentes
Género
En este caso lo que hacen es cambiar el género de la palabra. En el idioma español, existe tanto género femenino, como género masculino o neutro (aunque si que es verdad que este no se suele utilizar demasiado). Existen algunas palabras en donde no se admite el cambio de sexo como el animal delfín, por lo que tenemos que saber que no tiene morfema.
Ahora bien, es importante no confundir el género de las palabras con el sexo de los diferentes seres vivos porque a veces no corresponderán.
Número
El número ayuda a cambiar la palabra del singular al plural. Sin embargo, a veces el lexema se cambia por cuestiones de ortografía y porque de esta manera serían mucho más sencillos de pronunciar.
Un ejemplo muy interesante es el de pez, como plural peces; el hecho de pronunciar la palabra “pezes” además que incumple nuestras normas ortográficas, sería un poco complicado de manifestar ese sonido
Desinencia verbal
Y, por último, nos encontramos con este tipo de morfema que nos indica tanto el número, la persona, el modo del verbo y el tiempo. Por ejemplo, visitar-íais.
Teniendo todas estas consideraciones presentes, ya podemos hacer un buen análisis morfológico.
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