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Caracteristicas del imperialismo

La política como arte de dominación

Entre las formas políticas que se pueden adoptar o verse sometido a aceptar un grupo humano está el imperialismo. Consiste en un complejo sistema de dominación mediante el cual la estratificación propia de una sociedad se ve ampliada. Esto es posible con la incorporación de otros grupos humanos y sus territorios en sus escalas más bajas.
El imperialismo en Europa se desarrolló impulsado por la idea económica que la riqueza de una sociedad está en el valor de las mercancías que por ella circulaban. Especialmente las más valiosas el oro y la plata.
Al ser un concepto tan cerrado lo que se tiene solo cabe ampliarlo robándoselo a otros (los corsarios ingleses frente a franceses y españoles), o por la extensión territorial. Y unos estados colonizadores en competencia con otros terminan así ocupando naciones más débiles para administrarlas y adquirir sus recursos.

Un sistema ventajoso solo para algunas élites

La colonización para la explotación obligada de fuerza de trabajo fue históricamente la razón de ser de los primeros imperios europeos. La ciencia económica por el análisis de los datos pone de manifiesto que en muy poco se beneficiaron las sociedades que ejercían de metrópoli en estas aventuras imperiales. Al contrario, como ocurrió en el imperio español la entrada de plata y oro devaluaba el valor del escaso capital de los estratos más bajos de la sociedad. Estos recursos eran gastados en guerras de religión en diversas partes de Europa. Y esto impulsaba la emigración a su vez hacia América.
El imperio colonial más desmesurado frente al tamaño de la metrópoli fue el impero portugués y hoy es uno de los países con PIB más bajo de Europa. Ninguna nación empeoró su situación económica al desprenderse de sus colonias. Por último, decir que naciones como Suiza o Finlandia que nunca han formado nada parecido a un imperio están hoy entre las más ricas de Europa.
Los imperios terminan colapsando siempre por la acumulación de ineficiencias. La imposición por la fuerza de una sociedad sobre otra no cambia la realidad de ninguna economía. Simplemente la disfraza, refuerza a la élite gobernante y suelen caer después de unos años con estrépito y convulsiones.

 

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El imperio inglés el más extenso y prolongado

Inglaterra entró pronto en competencia con imperios que se le habían adelantado por el dominio del mundo. El imperio español y el francés fueron sus primeros rivales. Después de la batalla de Trafalgar, Inglaterra quedó sin oponentes en la conquista del mundo con quien medirse.
El alcance de sus posesiones no dejaría libre ni un solo continente. América, África, Europa (Irlanda, Gibraltar, Chipre, Malta), Asía y Australia conformaron un bloque territorial como no se había visto nunca a cuya cabeza estaba un rey inglés. El esfuerzo que esta obra requirió, aun siendo perjudicial para todos, fue inmenso. Hoy la Commonwealth recuerda levemente estos tiempos.
El imperialismo supuso para Inglaterra un orgullo y una preocupación constantes. La vida política en la metrópoli estuvo monopolizada por aquellos que defendían este sistema y los que querían volver a la “pequeña Inglaterra”. El tiempo atenuando estas eternas discusiones a medida que el imperio fue perdía la mayoría de sus posesiones

La reminiscencia imperial que aún queda

Con perspectiva podemos estar seguros que la superación de estas etapas históricas ha hecho posible un mundo más avanzado igualitario y participativo. De todas formas, los ecos de esta mentalidad no han desaparecido completamente sobrevive en el pensamiento geoestratégico de las grandes potencias.
Las zonas de influencia son una nueva cara del imperialismo del pasado. Que lleva a las mentes más sagaces a cometer errores por pretender interferir en la vida y problemas internos de sociedades en las que no se participa.
La historia enseña que las pesadillas del pasado cuando no se comprenden sus causas pueden repetirse. De nuestra parte está darles la mejor solución con un estudio minucioso de las claves de hechos pasados. Y que aún tienen consecuencias en nuestros días.